Ni tan secretas confesiones

Es complejo el hecho de presentarme porque ¿quién soy exactamente? ni yo lo sé . Me llamo Sandra ¿y soy adicta? A decir verdad, no demasiado. Tengo un novio hace algún tiempo. Casi no termino lo que leo, paso en pijama gran parte del día, antes de dormir hago bicicleta, hablo sola mientras me ducho y mi madre cree que estoy loca.

Hoy en la mañana llovía y vi unas gaviotas jugar con las olas, quise ser gaviota ¿estaré en un momento de profundo delirio, por esta soledad y el autoexilio en el amor? después les contaré esa historia que tiene de príncipes y de gárgolas, literalmente.

Ha llegado un momento en mi vida en que todo parece mediocre, vivo en un amor a medias (en el exilio, recuerden) no soy profesional ni estudiante, ni adolescente ni adulto. Y quiero ser gaviota pues, me siento intelectualmente desahuciada.

Ahora que tengo novio, me he dado cuenta que no tengo amigos. Los hombres huyeron despavoridos al ver mi argolla, ¿es que tengo una grave enfermedad llamada amor?, ¿o sólo los atraía el hecho de tener una oportunidad? Lo cierto es que mi novio es su enemigo y yo su aliada.

Con mis amigas estamos lejos de estar en sintonía, Isidora por ejemplo vive una aventura permanente. La Viola, mi amiga de la infancia, vive en el desgarro del ayer y del hoy, aunque es con quien mejor me comunico, nos potenciamos en las locuras, aunque sean sólo fantasías, porque en esta mediocre etapa, sólo resta soñar. Antonieta es más madura pero hablamos cada vez menos, sin contar que me ha comenzado a ocultar información (conocida hasta el conserje de su edificio), por miedo a que la juzgue, es decir, ella me prejuzga para no ser juzgada. Complejo ¿no? Otras están emigrando con vidas más resueltas y alejándose. Y yo continúo acá.

Me siento sola.

Y soy adicta.

Sandra Lyon